Un día perfecto para el pez banana.
La obra brinda indicios sobre un supuesto problema mental del marido de la protagonista. Los mismos surgen del dialogo que mantiene esta con su madre telefónicamente en el primer cuadro de acción del relato.
Se menciona que estuvo en la guerra y se da a entender que protagonizo episodios violentos y reacciones extrañas en el seno familiar.
A pesar de esto la muchacha se va de vacaciones igual dejando a sus padres muy preocupados.
La estructura tiene 2 situaciones centrales, que podemos decir suceden en simultaneo, ambas aportan una dosis de misterio que continua a lo largo de toda la obra.
En la escena donde la niña se acerca a la playa todo el tiempo el lector supone que el hombre puede hacerle daño en cualquier momento y se devora esas paginas esperando alimentar su morbo, la tensión esta muy bien lograda, especialmente cuando se bañan en el mar y el dialogo alimenta esas ideas de que algo malo va a suceder.
Luego el final inesperado, cuando uno suponía que ya nada malo sucedería, el autor nos juega una mala pasada y confirma nuestras primeras sospechas.
El hombre que ríe.
Este relato me resulto planteado de un modo más clásico, tenemos un narrador protagonista que analiza las situaciones y describe desde su óptica de niño lo que sucede.
Por otro lado el misterio también dice presente en la relación que mantiene el jefe del grupo comanche y Mary Hudson, el narrador nunca termina de reunir suficiente información para explicar cual es la verdadera relación que los une y los separa mas adelante. Sin embargo cuando ella estaba en buenos términos el modo del relato es ágil, las situaciones son agradables y todos parecen felices.
Luego el jefe tiene un humor particular, se cierra en si mismo y mata al Hombre que ríe, protagonista del cuento que solía contarle a los niños que auspicia de tercera historia presente en el relato.
Me parecen muy logradas las imágenes que genera la obra, hay descripciones muy minuciosas, sin embargo la obra no me gusto demasiado, el tema estaba lleno de vacíos que quizás no logre rellenar por mi falta de interés en el hombre que ríe y el baisball.
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