martes, septiembre 23

Crónica de visita al museo nacional de Bellas Artes.

En una Bs. As. Que parece no tener ningún tipo de problemas, verde, limpia, cuidada, con paseos y espacios para la distensión, el ocio y el consumo, con calles históricas y una Libertador transitada por automóviles de las más variadas marcas, pero casi todos, último modelo.
En esta zona de la ciudad se encuentra el Museo nacional de Bellas Artes, como no podía ser de otra manera. Lo ubicaron allí los mismos que sostienen que el verdadero arte es elitista, y que en forma masiva perdería su característica intrínseca de ser único, obra maestra.
El edificio se impone con su color ladrillo, la entrada es gratuita, y visitarlo es una experiencia fascinante, aunque uno no sea un experto y no tenga criterio para la pintura. Se puede hacer de martes a viernes de 12.30 a 20.30 hs y sábados, domingos y feriados de 9.30 a 20.30.
En mi caso decidí hacerlo el sábado, a pesar del frió, sabia que el domingo la zona iba a verse infectada de jóvenes que intentarían conmemorar el esperado día de la primavera. Curioso, ninguna otra estación del año recibe tanta atención.
Curiosamente entre salas llenas de color y silencio, logro detener mi atención un objeto, que de ninguna manera estaría conceptualizado por mi persona como obra de arte, una cosa amorfa, de colores, hecho de goma espuma, cuelga del techo. Parece una hamaca, sin embargo es una especie de escultura en un material poco convencional.
La obra es de Marta Minujin y es parte de la colección permanente del museo, el titulo, como no podía se de otra manera es “Colchón”. La excentricidad me descoloca, ¿como recibió la autora la inspiración para crear tal objeto? ¿Como los críticos lograron elogiar y exponerlo en este lugar? el arte cada vez representa un misterio para mí, como en medio de obras tan majestuosas un lugar que aparenta ser tan conservador como este, admite una obra así, quizás adquiera valor por el simple hecho se ser una obra de Marta Minujin, quizás si fuera una realización del artista de barrio, jamás tendría lugar en un espacio como este. Todos estos interrogantes me acompañan en mi recorrido, parte del misterio del arte.
El museo ofrece todo tipo de exposiciones, estan la que forman parte de la colección permanente y las que llegan a exhibirse en forma temporal, desde el 29 de julio hasta el 28 de septiembre se puede visitar la obra de Juan Carlos Castagnino, denominada “Humanismo, poesia y representación” los folletos explicativos indican que se propone un recorrido por una vasta producción del artista donde se intenta combinar su pensamiento con su obra. Interesante, hay paisajes de la Pampa, y de una ciudad con Mar, (Luego me enterare que se trata de Mar del Plata).
Lo más sorprendente que me brindo la sensación de estar contemplando parte de la historia y cultura universal, fue un autentico Van Gogh, titulado: Le Moulin de la Galette, del año 1886.
La obra retrata un viejo molino con bandera francesa con una pareja caminando alrededor, es sencillo, pero la firma imponente destaca la pieza, erizando los sentidos de cualquiera.

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